¿Creías que la Nascar solo era rugir motores y dar vueltas? Pues no. Detrás de cada carrera hay todo un operativo milimétrico que arranca días antes de la competencia. Y en su visita a la Ciudad de México, con la NASCAR ‘Viva México 250’, no fue la excepción. Durante un recorrido en los garajes del Autódromo Hermanos Rodríguez, Matt Humphrey, encargado de comunicaciones de pista, dio una mirada al backstage de la serie estadounidense.
Antes de pisar el acelerador, cada auto —de las divisiones Cup y Xfinity— pasa por una revisión rigurosa. Si el coche no supera las inspecciones, queda fuera del evento completo. No hay excepciones en la Viva México 250 NASCAR. Los vehículos usan llantas duras para pista seca y otras especiales para lluvia. Cada escudería carga con seis kits completos de refacciones para lo que pueda pasar en el fin de semana.
“Cada auto tiene seis paquetes de llantas, pero uno solo ronda los 47 mil pesos mexicanos aproximadamente”, explicó Matt.
¿Y cuánto cuesta uno de estos bólidos? Nada más y nada menos que cerca de 6.6 millones de pesos mexicanos. El precio se justifica por la inversión de los múltiples patrocinadores que buscan su marca en acción. Los autos llegan en enormes tráileres, conocidos como haulers, que parecen talleres rodantes: traen piezas, herramientas, y tecnología de comunicación para mantener contacto en pista. Otra parte clave es la gasolina. Mucha gasolina. Con eso, queda claro: un fin de semana de la Viva México 250 NASCAR, no se arma en automático. Todo tiene su chiste.
“En cada parada se recargan unos 20 galones (75 litros) de gasolina por auto, en un carrera larga puede haber entre tres y cuatro. No es algo exacto porque depende de cómo se desarrolle la carrera”.
