Monterrey; Nuevo León / Redacción:
Hace 20 años que la familia de Johanna Fisher Garza, víctima de negligencia médica, inició la batalla legal para sancionar a los responsables de la cuadriplejia que padece.
Únicamente se detuvo a la enfermera general Anita Urbina, quien a pesar de que confesó haber alterado el expediente de la joven, por órdenes de sus superiores y de que el daño ocasionado a la paciente es permanente, salió en libertad luego de que la fundación Renace, A. B. P., pagó más de 300 mil pesos de fianza.
Johanna tiene 33 años, no puede ver ni hablar y no come por sí sola; la falta de movimiento ha mermado su salud, pues sólo escucha y asiente con la cabeza.
“Mi niña sabe que le pasó algo grave, porque cuando le digo que tiene 33 años y que es una mujer adulta, me mueve la cabeza y me dice que no; ella sufre, estoy segura. La llevé al hospital Christus Muguerza en Monterrey, en 1998, porque le dolía mucho la cabeza”.
“Cuando la revisaron, el doctor Hernán Campa Núñez, detectó que una de sus venas estaba goteando y debían operada. Al salir (de la operación), él me dijo que la niña estaba perfecta”, contó Alejandra Garza, mamá de Johanna.
A pesar de que Johanna era menor de edad, Campa Núñez practicó la cirugía sin la asistencia de ningún pediatra. Al salir del quirófano, le afirmó a la familia que la joven estaba en perfectas condiciones y que aproximadamente en 15 días podría volver a la escuela.
Esa noche, la enfermera Anita Urbina recibió la orden de retirar el ventilador, pero de acuerdo con las pruebas que los padres de Johanna han reunido, lo hizo sin seguir los protocolos y la niña sufrió un paro cardiorrespiratorio.
El Universal / Vox Populi Noticias