Ciudad Victoria, Tamaulipas/ Lupita Domínguez González.-
Desde los cuatro años de edad, Cristo Lorenzo Campillo Rosas, de ocho años de edad, abrazó el sueño de ser policía estatal, el cual este jueves fue cumplido por la Secretaría de Seguridad Pública y la organización ‘Tías de Corazón’.
Poco antes del mediodía, Cristo llegó a las instalaciones de la Secretaría de Seguridad Pública de Tamaulipas, acompañado de familiares y amigos.
Vestía con mucho honor el uniforme que lo identificaba como elemento de la Policía Estatal, oficio que sueña lograr cuando sea más grande.
El menor de ocho años, es estudiante de primer grado en la escuela primaria Francisco Márquez de la Colonia Chapultepec, en esta capital.
De acuerdo con lo dicho por la madre del menor, Guadalupe Rosas Doria, desde los cuatro años de edad surgió este deseo de ser policía en el menor.
“Él siempre ha dicho que quiere ser policía, a los cuatro años, fue diagnosticado con leucemia, y así como ha luchado contra esta enfermedad, dice que quiere ser policía para combatir a la gente mala”, expuso.
Refirió que el 17 de enero de 2020, le detectaron esta terrible enfermedad, la cual inició con mucho sueño, y después sobre todo su cuerpo fueron apareciendo diversas manchas, “Lo lleve al doctor y ahí fue donde le detectaron esa enfermedad”.
Hasta la fecha dijo que su hijo ha tenido un gran avance en contra de la enfermedad, y los resultados de los estudios que le están haciendo ya están mejor.
“Los doctores dicen que ahorita como va, va muy bien, en diciembre le pusieron la última quimio y ahora el 15 de enero le hicieron unos estudios y todo salió negativo”.
Debido a estos buenos resultados fue enviado a vigilancia donde deberá estar bajo supervisión durante cinco años para después poder tocar la campana de la victoria.
Durante la ceremonia que inició con los honores a la bandera, Cristo Lorenzo recibió un reconocimiento y algunos presentes con motivo de su cumpleaños número ocho, donde pudo disfrutar de un pastel hecho en su honor.
Antes, tuvo oportunidad de subirse a un helicóptero, dando un recorrido por las instalaciones, así como convivir con las botargas oficiales de la SSPT: el Coronel Justicia y la Capitana Honradez, que en todo momento lo custodiaron.