Para Oralia Vega Delgado, la devoción al Niño Dios ha pasado de generación en generación. Desde que era niña, su familia le inculcó esta tradición, y cada 2 de febrero, acude a la iglesia para bendecir la imagen que representa al hijo de la Virgen María.
Residente de la colonia Infonavit, Oralia asiste a la iglesia de San Agustín, donde los sacerdotes Jesús y Benjamín guían a la comunidad. Este año, llevó en sus brazos al Niño Dios, vestido con un ropón blanco satinado con bordados dorados, un atuendo que, según la tradición, representa pureza y prosperidad.
“El Niño Dios siempre ha estado presente desde que yo nací y me ha cuidado, porque mi abuela nos inculcó desde su fe dar abrigo y pedirle a él, por nuestra familia y salud, después mi mamá siguió con esa tradición que a mí me dejó muy marcada y véanme aquí estoy, no le fallo ningún año”, compartió.
Un altar lleno de fe al niño Dios en Tampico
Cada año, Oralia procura vestir al Niño Dios y encontrarle una madrina que le regale su ropita. Tras recibir la bendición del Obispo de Tampico, lo lleva a casa y lo coloca en su altar, donde todos los días le reza por su familia, hijos y seres queridos.
Su fe en esta imagen es profunda, especialmente por un momento significativo en su vida.
“Me permitió a mi papá morir en casa y en paz, como él se lo pedía, concediéndole esa dicha de marcharse del plano terrenal al sueño eterno, encomendándoselo por siempre”, relató.
Para Oralia, esta tradición no solo es un acto de devoción, sino una muestra de gratitud y amor que sigue fortaleciéndose con los años.
Rufino Aguilera / Tampico, Tamaulipas
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