Una noche de San Valentín, allá por 1990, los Bulls visitaban a Orlando Magic para cerrar su sexta parada fuera de casa. Todo parecía en orden: vestidores listos, jerseys colgados y un juego más para ‘Su Majestad’. Pero, de pronto, algo no cuadraba. El jersey número 23, ese que siempre llevaba Michael Jordan en la espalda, simplemente no estaba, la camiseta había sido robada.
Alguien se lo había volado. Sí, tal cual. En algún momento alguien entró al vestidor visitante y se llevó la camiseta más emblemática del planeta. Y no había repuesto para la camiseta robada de Michael Jordan, porque después de tantos juegos seguidos fuera de casa, nadie pensó en llevar una extra.
El reloj corría y el partido estaba por empezar y la camiseta robada de Michael Jordan no apareció. ¿La solución? Buscar en el baúl lo que hubiera. Y apareció un uniforme sin nombre, con el número 12. Nada más. Nada de ‘Jordan’ en la espalda, nada de su famoso 23. Solo el 12.
Así fue como, por única vez en su carrera, el mejor de todos los tiempos jugó sin su talismán. Los Bulls perdieron ese juego 135-129, pero Michael Jordan se despachó con 49 puntos. Aun así, salió molesto del estadio. Ni un solo autógrafo dio.
Hasta hoy nadie sabe quién fue el que fue lo que paso con la camiseta robada de Michael Jordan. Algunos creen que fue alguien del staff, porque los fans no tenían acceso al vestidor. Pero nunca se comprobó nada. Cinco años después, en 1995, Jordan volvió a las canchas tras su primer retiro… y tampoco usó el 23. Esa vez eligió el 45.