Dicen que quien persevera, alcanza. Y si no lo creen, pregúntenle a Fernando Guevara Balderas, quien, tras más de una década esperando el sí definitivo, finalmente logró casarse con la mujer que siempre amó: Juana Lilia Jiménez Hernández. Sin duda, una de esas historias de amor reales que tanto gustan.
Después de 12 años viviendo juntos, esta pareja decidió firmar el acta que formaliza su historia de amor, construida con paciencia, risas y mucha complicidad. Fue así como, durante la campaña colectiva organizada por el DIF Tampico y el Registro Civil, se unieron legalmente en la Casa de la Cultura del puerto jaibo.
Fernando ―a quien su ahora esposa llama con cariño “el incasable”― no pudo evitar las lágrimas al ver a Juana Lilia caminar hacia él. Luciendo un vestido blanco adornado con perlas, flores frescas en mano y un velo que esperó años para salir del ropero.
“No nos habíamos casado por muchos contratiempos, pero pasaba y pasaba el tiempo y me convenció después de 12 años de unión, era el incansable, de ella, pero ya legalizamos este amor que tanto nos tenemos”, dijo emocionado el novio.
La historia entre ambos comenzó hace más de 40 años, cuando se conocieron como vecinos en la colonia Guadalupe Victoria, en el tradicional barrio de “El Golfo”. Aunque convivían con frecuencia, sus vidas tomaron rumbos distintos. Juana Lilia se casó, tuvo una hija y luego se divorció. Fernando, en cambio, nunca se casó; siempre estuvo ahí.
“Tenemos 40 años de conocernos porque somos vecinos, yo me casé y él siguió soltero, después me divorcié, Fernando lo supo y mire, me esperó; el que persevera, alcanza (carcajadas). Yo era la indicada pero nunca le hice caso, hasta que un día llegó a la casa y le pidió permiso a mi mamá y a mi hija de andar conmigo, de ser novios. Vaya, a nuestra edad (risas), fue cuando le dije ‘vamos a darnos la oportunidad’ y aquí seguimos juntos, doce años después. Antes me esperó 10 años; hoy estamos casados”.
Ambos nacieron en el mismo barrio, crecieron en calles vecinas y hoy ―bajo el mismo apellido Guevara Jiménez― le dieron un cierre feliz a una de las historias de amor reales que tardó décadas en escribirse.
“Hay que arriesgarse en esta vida, el que no se arriesga no gana, y aquí, como lo ves, ganó el amor, el respeto, porque a veces dejamos ir las oportunidades que Dios nos pone por querernos aferrar a algo que no es”.
Por Rufino Aguilera
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