La historia volvió a repetirse: la codiciada Puerta Grande de Las Ventas no se abrió para Joselito Adame. Aunque el mexicano dejó destellos de calidad, la faena no llegó a tocar las fibras del público madrileño. Vestido de blanco y oro, Joselito Adame, regresó al ruedo madrileño para celebrar su corrida número 600, la 18 en este coso. Desde su primer quite al toro del sevillano Manuel Escribano, con unas ajustadas chicuelinas, se ganó su primera ovación del público.
Con el primero de su lote, “Papelero”, un castaño de 562 kilos, Joselito Adame, toreó con firmeza por el lado derecho. Hubo muletazos con temple y buen pulso, especialmente con la diestra. Sin embargo, algo faltó. Aunque logró buenos momentos también al natural, la faena no terminó de prender en los tendidos. Tras pinchar dos veces y luego dejar media estocada, su actuación fue despedida con silencio. Aun así, en su segundo toro, una estocada precisa y de gran ejecución le valió la única gran ovación de su tarde.
“El toro tuvo momentos de buena condición. Creo que hubo muletazos buenos por el derecho, pero (la faena) no terminó por reventar en los tendidos”, confesó Adame a la televisión madrileña.
Manuel Escribano, siempre entregado, puso emoción con las banderillas y recibió de rodillas a su segundo toro. El primero fue noble, pero duró poco; en el segundo hubo ganas, pero no conexión con el público.
Por su parte, Alejandro Peñaranda confirmó alternativa con una actuación que dejó buen sabor de boca. En su primer toro mostró detalles; en el segundo, levantó al público, que incluso pidió oreja, aunque esta no fue concedida. Una tarde de emociones contenidas, de esfuerzo y entrega, pero sin trofeo.